Amo a mis 3 hijos, pero mi pareja y yo optamos por no más familia,

comenzó a  tomar esos anticonceptivos con sus efectos colaterales o secundarios, se hinchó, no dormía, comía poco, dolor y sufrimiento en cada menstruación. Ver a mi esposa, a la madre de mis hijos en tal estado físico y emocional, me partía el alma, lloraba en silencio y lo platicamos, recordamos incluso los dos últimos partos en donde estuvo muy grave, uno por hemorragia postparto precoz (HPP) y el otro por preeclampsia, no se pudo levantar en un mes; viva de milagro. Contra todas mis creencias, la educación familiar y muy a pesar de mi ego masculino, decidí hacerme la vasectomía…

Mi familia es muy conservadora, de esas que afirman que los hombres con sus mujeres deben tener todos los hijos que Dios disponga. Muchas veces, en reuniones, siempre salían estos temas…Mis hermanos burlándose decían que una vasectomía era como una castración, cortar los testículos y quedar como los bueyes de yunta. De ahí que hoy que me he hecho este procedimiento, ni por error les contaré, no por miedo, sino por el estigma y sé que se alejarán de mí. No me siento la mitad de un hombre, al contrario, se necesita bastante hombría y fortaleza emocional para tomar una dura medida como ésta. Tampoco he perdido el deseo sexual, hoy lo hacemos más que antes, lo disfrutamos sin el miedo de un embarazo de alto riesgo.

No me arrepiento, ha sido la mejor decisión de mi vida, y la resumo en tres bendiciones:

• Democracia, comprensión y amor para mi pareja.
• Tiempo, calidad y beneficios para mis hijos.
• Paternidad responsable”.

Matías N.